LA LITERATURA INFANTIL COMO ESTRATEGIA PEDAGÓGICA

¿Qué es la literatura infantil?

La literatura infantil es un arte que recrea contenidos humanos profundos y esenciales; emociones y afectos primigenios; capacidades y talentos que abarcan percepciones, sentimientos, memoria, fantasía y la exploración de mundos ignotos.

Es un arte que abarca campos del quehacer humano básicos y que tiene que ver de manera raigal con la cultura, la educación, la comunicación, la ciencia y lo más central de las humanidades; es un arte que asume la realidad, decanta la vida, recorre y traspasa la fantasía, toca y se introduce en lo eterno.


Los niños aprenden a partir del lenguaje que escuchan; de ahí que, cuanto más rico sea el entorno lingüístico, más rico será el desarrollo del lenguaje. El proceso de apropiación del lenguaje continúa a lo largo de los años escolares, así que esos años deben estar llenos de las imágenes y el vocabulario excitante que ofrece la literatura para niños. El término literatura podría definirse desde una perspectiva histórica o cultural, desde la óptica de un crítico u otro, o desde uno u otro lector. Como promotoras de lectura entendemos la literatura como la construcción imaginaria de la vida y el pensamiento en formas y estructuras de lenguaje, integrados en un conjunto de símbolos que provocan una experiencia estética.

Se puede afirmar que el niño, desde muy pequeño, participa de la literatura como juego, diversión o entretenimiento. Cuando va a la escuela también tiene contacto con la literatura no sólo con fines lúdicos sino con otras intenciones: aprender a leer y escribir, culturales, morales, religiosas y pedagógicas.

Asimismo, los géneros literarios constituyen una herramienta que estimula el pensamiento creativo, imaginativo y crítico de los niños, permitiéndoles expresarse en diversas formas. Desde el nivel de Educación Inicial y preescolar, los niños demuestran interés por explorar y establecer contacto con diferentes materiales de lectura y escritura, los cuales inducen a manifestar vivencias y experiencias reales e imaginativas, dando lugar a la expresión de ideas, emociones y sentimientos propios que permiten aflorar su mundo interior. Por ello, el uso del cuento se convierte en instrumento de enseñanza útil para acompañar emocional y creativamente a los niños en su proceso de formación.


Las estrategias pedagógicas son todas las acciones realizadas por el docente, con el fin de facilitar la formación y el aprendizaje de los estudiantes. Componen los escenarios curriculares de organización de las actividades formativas y de la interacción del proceso enseñanza y aprendizaje donde se logran conocimientos, valores, prácticas, procedimientos y problemas propios del campo de formación.

La literatura como dispositivo pedagógico fomenta aspectos relevantes en el desarrollo integral del niño, uno de los aspectos más importantes en ese desarrollo es que la literatura posibilita la expresión de sentimientos y emociones, además favorece el pensamiento creativo e imaginativo para la expresión de diversas maneras en diferentes contextos.

La literatura con sus componentes nutre de palabras y símbolos a las personas para entablar conversaciones con los demás, dándole gran sentido al lenguaje y a la comunicación, si hablamos entonces de la literatura infantil para la educación inicial, es importante mencionar que esta trae grandes ventajas, dado a que los niños en esta etapa empiezan a reconocerse como un integrante más en los diferentes contextos, y fomentar el lenguaje en ellos, les va a permitir acercarse a los otras personas que hacen parte también de esos contextos en que los se desenvuelven.

¿Por qué la literatura para niños?

La literatura para niños constituye un medio poderoso para la transmisión de la cultura, la integración de las áreas del saber: historia, música, arte, psicología, sociología, etc., el enriquecimiento de los universos conceptuales y la formación en valores. Además, la literatura cumple un papel fundamental en la escuela y el hogar como herramienta que favorece un acercamiento a los procesos de lectura y escritura.



El objetivo principal de la incorporación de períodos permanentes de lectura en el aula debe estar orientado por la recreación y curiosidad, y no como asignación escolar. Para ello, el contacto inicial de los primeros años debe ser interesante y agradable, donde la docente lea y cuente historias a los pequeños utilizando libros con ilustraciones atractivas. Durante la Primera Etapa, primero a tercer grado, se deben ofrecer contactos agradables con literatura infantil a través de dramatizaciones, la hora del cuento o en actividades del área de lengua. En la Segunda y Tercera Etapa, los intereses por temas que surjan a partir de las actividades regulares de clase deben ser complementados con la lectura independiente de literatura para niños y jóvenes, tal es el caso de lectura de poemas, novelas cortas y períodos para compartir experiencias. Durante el nivel medio, los eventos que se promuevan deben tener como principal objetivo contribuir al desarrollo de un agrado genuino hacia la literatura, el despertar de nuevos intereses, y el cultivo de actitudes favorables hacia diferentes géneros literarios. Creemos importante recordar que el maestro es el mediador entre el niño y el texto, porque se aprende a leer leyendo buenas lecturas, inteligentemente dirigidas y avanzando gradualmente.

La incorporación de la literatura para niños en el aula tiene su fundamento pedagógico en el enfoque del Lenguaje Integral (Goodman, 1986). Entre los principios que soportan este enfoque se destaca la utilización de material de lectura “verdadero” correspondiente a diferentes géneros literarios (e.g. poesía, fantasía, ficción y no-ficción); estos “enriquecen la vida de los niños con variedad de experiencias que ellos disfrutan, y que son significativas a sus intereses y necesidades por realizarse en contexto, en oposición a un enfoque centrado en el desarrollo de destrezas aisladas” (Escalante, 1995: 32).


¿Dónde está la magia?

Sabemos que algunos niños aprenden a leer con facilidad, mientras otros lo hacen transitando por una ruta llena de tropiezos. Cualquiera sea la manera que docentes y padres utilicen para ayudarlos, existe la necesidad de exponerlos e involucrarlos con “libros verdaderos”. Cuando los libros están a la disponibilidad de los niños y jóvenes, ellos comienzan a buscarlos, y su capacidad para la lectura se incrementa. Asociado a la disponibilidad se encuentra el interés; ya que la falta del mismo puede originar, tanto en niños como en adultos, fracaso en la lectura. Por el contrario, cuando existe un alto grado de interés, los estudiantes persisten en el trabajo que involucra lectura hasta obtener satisfacción (Escalante, 1991). Al respecto, Howes (1963) enfatiza la importancia del interés como clave para el aprendizaje exitoso y destaca que el docente que identifica, usa, incentiva, cultiva y en cierto grado protege el interés, actúa mejor en la promoción del aprendizaje eficiente. Así que, el interés por la lectura no es innato, en este sentido puede ser formado o cambiado a fin de centrarse en ese objetivo en particular.


El aprendizaje del bien leer se logra poniendo al escolar en contacto con los mejores profesores de lectura: los buenos libros. En relación con esto, Pennac (1993) afirma:

El niño seguiría siendo un buen lector si los adultos que lo rodean alimentaran su entusiasmo en lugar de poner a prueba su competencia, si estimularan su deseo de aprender en lugar de imponer el deber de recitar, si le acompañaran en su esfuerzo sin contentarse en esperarle a la vuelta de la esquina, si consintieran en perder tardes en lugar de intentar ganar tiempo, si hicieran vibrar el presente sin blandir la amenaza del futuro, si se negaran a convertir en dura tarea lo que era un placer, si alimentaran este placer hasta se transmutara en deber, si se sustentaran este deber en gratuidad de cualquier aprendizaje cultural, y recuperaran ellos mismos el placer de esta gratuidad.


En este sentido, el reto de la escuela de hoy es promover un cambio: de no lectores a lectores eficientes a través de la literatura para niños. Se persigue estimular el poder creativo y desarrollar la imaginación. Ello se logra con docentes que orienten y proporcionen estímulos, que ofrezcan un clima para la lectura y producción de textos literarios, que motiven, involucren al niño con la lectura y conversación sobre textos literarios; todo, a fin de despertar y canalizar su actitud crítica. 

Siempre teniendo presente que los alumnos se transforman en lectores críticos a medida que van utilizando sus conocimientos anteriores y sus experiencias previas para conocer, predecir, clasificar, analizar, evaluar, comparar, opinar e interpretar. Mediante el manejo de situaciones lúdicas el niño logrará la confianza en lo que es capaz de inventar mediante el uso cada vez más preciso de la lengua.

Un objetivo de todo educador desde el trabajo en el aula debería ser que los estudiantes aprendan a razonar, usando esta habilidad para ser más curiosos, autónomos y reflexivos en las diferentes situaciones que se presentan en el diario vivir, es por ello que debemos tener en cuenta cada tema en cuanto a la literatura, ofrecen muchas oportunidades para un buen aprendizaje. 



"Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mi se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros". Jorge Luis Borges. 


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